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martes, 11 de diciembre de 2012

Un desvelo urgente (y urgido)...


Ofrenda
(De quienes no sabemos rezar)


“Nadie se va a morir
La vida toda
Es nuestro talismán, es nuestro manto
Nadie se va a morir
Menos ahora
Que el canto de la patria es nuestro canto”
Silvio Rodríguez, Preludio de Girón


Todo cuanto dejo es tu fuego
ardiendo en la noche de los tiempos
como pregunta insolente a la historia:
“¿Y dónde hemos estado
mientras el hombre devora la entraña del hombre?
¿Repetidos en mil espejos
que nos dejaron a cambio de la desolación
del vientre de la madre nuestra?
¿Ejercitando la libido
por mandato comercial?
¿Pagando caro el derecho a la existencia?”
No otra vez, nunca más.

Aquí estamos, contigo,
Ya no sobre tus hombros, haciéndote sostener
el peso de nuestra historia
Aquí estamos, contigo,
de pie y a tu lado, hermano,
prestos a cargarte un rato, hijo,
dispuestos a reinventar la historia contigo, padre
Estamos aquí, contigo,
amigo.

Se sabe que no tienes que volver
porque simplemente no te has ido
Eterna se grabó tu presencia
como eterno tu “por ahora”
Liberado de tu labor de empujar la historia,
millones te esperan como niños
en tu calle para jugar a hacerla:
con la alegría de quienes se saben vivos,
con la memoria de quien no olvida un solo muerto,
con el coraje de quien mirando la cara al miedo
da un paso al frente

Con la simpleza de quien ama sin reservas
Con rabia de quien estalla ante lo injusto
Con la ternura de quien renace en cada niño
Con la belleza de la primera estrella
Después del aguacero a media noche.

Así te esperamos en esta calle grande
Que llamamos Nuestra América,
con la rayuela y la chapita,
con el trompo y el papalote
con la esperanza y el porvenir
que nos ganaste a pulso contra las fieras de la noche larga.
Se sabe que no tienes que volver,
nosotros estamos contigo,
esperando calladitos tras tu puerta.


En la tarde de 11 de diciembre de 2012

Aquí pensando vainas...


Unidad o Nada
(Y un poquito de respeto, por favor)

Dormir el sábado fue lo más difícil. La conmoción, las preguntas, la incertidumbre, las emociones, la preocupación… todo junto se removía y tomaba por asalto el pensamiento a ratos, tratando de hallar salidas que sólo encontrarían curso con la luz del día en la acción. Por eso amanecer el domingo fue lo más fácil (a pesar del poco y mal dormir). Así, tomar camino a los espacios de combate (la Plaza Bolívar esta vez) con una de las armas a punto (opté por la cámara fotográfica en este caso) y disponerse a la pelea por la defensa, el respeto, el agradecimiento y el amor por lo hasta ahora conseguido (que no es poca cosa, aún cuando falte mucho) fue una secuencia de hechos que hizo fluir el día y convirtió el miedo del impacto inicial en verdadera fuente de energía.

En política se puede ser cualquier cosa (hasta miserable, si quieren). Pero lo que no se puede es ser ingenuo, necio y mucho menos ciego. Empezaré por la ceguera: Creer que las expresiones de solidaridad, amor, preocupación y respeto por el presidente Chávez son falsas, paniaguadas, o por miedo a perder la limosna, el trabajo o el cambur, es un acto de ceguera (uno más) absurdo que termina irrespetando (otra vez) el sentimiento, la voluntad y la inteligencia de millones de personas que hoy se sienten más chavistas que nunca. Y eso les deja a los ciegos e incapaces de entender una sola salida política: el fascismo; la absoluta negación de ese enorme país que ama, lucha y se restea con su líder, con la consecuente “solución de exterminio” si algún día se vieran en el trance de tener que gobernar con ellos.

La necedad está en el insulto, en la necrofilia, en el irrespeto por el pesar ajeno; pero sobre todo en la pretensión de hacer política cabalgando sobre estas miserias. El debate en la Asamblea Nacional y algunos medios de comunicación privados dejaron penosos retratos de esta feria de necedades. Eso casi ni es noticia. Lo que si me resulta preocupante es la necedad de otros factores que hasta ahora, pese a las diferencias puntuales (válidas en todo caso) se habían mantenido firmes en torno al proceso revolucionario y al liderazgo del presidente Chávez. Esta es la otra necedad. La de quien no considera las circunstancias y sigue en sus trece. Insiste en su opción alegando principios, sacrificando todo lo demás (incluso otros principios). Entiéndase “lo demás” como el conjunto de condiciones objetivas que dieron viabilidad al hecho de ser siquiera una opción.

Para las fuerzas bolivarianas alineadas con el liderazgo del presidente Chávez, el llamado a la unidad del Comandante del sábado es necesidad imperante convertida en línea de acción principal. Para las fuerzas alternativas o emergentes dentro del Gran Polo Patriótico es además, la oportunidad histórica de seguir en la lucha al lado de las grandes mayorías del país en la construcción del socialismo. Lo otro es regresar al ostracismo político y al divisionismo que condenó a las luchas de izquierda a la postergación permanente de sus objetivos durante décadas.

Todos lo actores políticos que hacen vida en las filas de la revolución le deben su crecimiento (y hasta el consecuente saldo electoral) a Chávez. Eso es incuestionable. Sino pregunten a las organizaciones y líderes que brincaron la talanquera. Hoy Chávez, en un trance difícil, les hace un llamado. Duele ver que algunos ni siquiera han tenido el coraje de hacer un pronunciamiento público para darle una respuesta, mientras sus seguidores se desgastan insultando y malponiendo en su nombre.

La unidad no es un juego, ni una estrategia política. En las actuales circunstancias es una cuestión de vida o muerte. Lo que nos pone como protagonistas de nuestro destino como país, ante una lucha similar a la que libra nuestro líder por su vida. ¿Seremos parte del problema o de la solución?

La ingenuidad es pensar que después de Chávez, todo se resumirá en si gana o pierde Maduro. Si tras todas las elecciones, superación del golpe de Estado, sabotaje y traiciones, con toda la fortaleza, la popularidad y el amor que le manifiesta la gran mayoría del país, las fuerzas más oscuras de dentro y fuera de Venezuela siguen intentando salir de Chávez como sea, imagínense como será con alguien distinto al Comandante. Entonces, ¿porque no nos gusta el candidato de Chávez (a la presidencia o a la gobernación), le entregaremos a la canalla la revolución en bandeja de plata? ¿Cómo es más fácil construir ese otro mundo posible, con el chavismo o sin él? ¿Es que en aquella consigna de “unidad en la diversidad” tiene más peso “mi” diversidad que “nuestra” unidad? Finalmente, no es lo mismo el escenario de una gobernación opositora con Chávez gobernando que sin él. Negarse eso también es terriblemente ingenuo.

Mi prioridad es defender el proceso en el que hasta ahora se ha reconstruido y ha renacido mi país. No defiendo a personas, no tengo fidelidades automáticas con nadie. Pero a la revolución la defiendo y la defenderé con todo lo que tengo. Y eso, así lo entiendo hoy, pasa por defender a los candidatos de Chávez: Nicolás Maduro a la presidencia, si hiciera falta (ojalá que no) y Francisco Rangel Gómez a la gobernación del estado Bolívar, el próximo domingo 16 de diciembre.

A quienes por eso ya han empezado a llamarme bozaleao, vendido y hasta fascista, saludos. Piensen en que diferencia hay entre esa conducta y la de quienes nos llamaban focas, tarifados o chaburros cuando la campaña presidencial. Lo que expuse arriba son mis argumentos, no mi opinión personal sobre ninguno en particular. Así que bienvenido el debate; pero los insultos están demás.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Cuando el mundo quiere dejar de ser mundo


A Pamela, mi Chichi…

Cuando el hambre tiene forma de pregunta
y el deseo es un anciano en Kuala Lumpur preguntando por pequeños
Cuando la rabia es un jardín con perro y mujer querida
y la vida eso que pasa mientras respiras,
toda canción es pasajera, todo cantante un saltimbanqui
y toda lucha es apenas “un rato no más” (“vos ya sabés”)…

Sin embargo amanece, y persiste el sol
en preguntar por los suspiros
Y se asoma a la vida un llanto inocente sin preguntas
e insisten en amarse dos veinteañeros
bajo el estruendo del bombardeo,
porque mal puede el mundo negar al mundo.

Déjate arañar los sentidos,
Pregunta, canta, desmiente (o miente)
y en todo caso di que no…
Pero no te niegues el desamparo
de un beso sin futuro, de un disparo sin diana,
de un verso tan libre
que no quepa en ninguna estrofa.

Cuando el mundo dice “compra, rueda, bebe,
calza, come, viste, tira…”
hurga en los abriles que te escondieron los despechos tras la puerta,
pide una canción de Calle 13,
canta una “canción de redención”;
pero revienta; revienta la cuerda de las concesiones
y asume tu lugar
en este mundo que mal puede negar el mundo,
tu mundo,
con sus fiebres y sus alcoholes,
con sus trinos y sus bemoles
Porque siempre habrá una canción esperándote
como un espejo donde mirarte,
como una roca donde romperte,
como una boca donde abrigarte
como una historia que nos cuente
(y nos cuente bien)…


viernes, 16 de noviembre de 2012

De nuevo por Gaza...


Promesa de amor (para quien no podrá dormir esta noche)

Cuando pase el frío y se desvistan de sus velos todas la pesadillas y al asesino se le llame asesino y al cobarde se le conozca por cobarde. Cuando tu nombre no sea un abismo donde caiga sin parar nuestra vergüenza; cuando un beso apasionado nos reivindique, un minuto antes de la oración en la mezquita. Cuando la libertad no sea una declaración lastimosa; cuando el agua vuelva ser tan corriente como el aire, cuando el estallido venga de un vientre enamorado y no del misil; cuando tu tierra no tenga valor de cambio, ni por dinero, ni por paz, ni (de nuevo) por vergüenza. Cuando pierdan sentido los exterminios y las cruzadas, habrá una espiga esperando la azada y el molino, una flor sedienta de un suspiro que le ampare, un olivar curtido de llantos, sangre y esperanza, y otra vez habrá un pueblo, el mismo pueblo que ha visto pasar ejércitos y predicadores, dispuesto a comenzar faena. Y podremos decir tu nombre sin este nudo en la garganta.

Mientras tanto, que se extienda el fuego que te quema y se haga del mundo entero el horno de exterminio a la razón que murió en tus calles; que paran tus mujeres, que tu coraje burle la alcabala; que tu verdad derrumbe la muralla y que cante el gallo el amanecer que no podrá esconder el oprobioso sionista. Si bien no comparto tu fe, nada impide que te llame hermano; si bien otro vientre me trajo, nada impide que te llame madre. Si bien otro suelo me sostiene nada evita que me desangre contigo.

Cuando se despejen el humo y la reseca polvareda del último bombardeo, tu rostro persistirá intacto y serás una lección de amor, de humildad al soberbio y de historia a quien pretenda invocar la amnesia.


Madrugada del 16 de noviembre de 2012

jueves, 15 de noviembre de 2012

Poemas que duelen...


De guetos y tumbas
(Segunda profecía vana)



Todos mereceremos la muerte
cuando la niña nos pregunte por su muñeca
y sólo la espalda de un asco atávico
quede entre las huellas del fósforo vivo
que incendió su casa y el cuerpo de su madre.

Todos moriremos un poco
cuando el ciego nos pida una descripción del paisaje
y sólo el silencio
pueda describirlo mejor
Porque callar otorgará entonces
lo que tantas veces nos negamos en este instante
cuando arde Palestina,
mientras un gallo canta el amanecer impertinente
que no podrán apagar los obuses.

Caeremos junto a los miles
que han caído en el gigantesco gueto
con el que los hijos de Judea
pasan su factura a la historia;
cobrando su doble o nada
a los parientes pobres de la familia semita,
los únicos que no participaron
del holocausto que hoy se repite,
como pesadilla recurrente del histérico odio
de quien se empeña en desconocer la Historia;
del idiota que se va a dormir
junto al retrato del viejo Yaya, caído en el infierno de Auschwitz.

Todos seremos habitantes del gueto
que construimos a las razones
Y caeremos junto al médico residente
que ardió entero bajo el infierno blanco que llovió
sobre la prisión amurallada de Gaza

Y caerá con nosotros la ignominia
- como cuentan los Rabinos que cayeron las murallas de Jericó -
al sonido de la voz de un millón de niños
amaestrados a fuego lento
para odiarnos, por el simple hecho de habernos quedado de pie
acá afuera.

Tal vez entonces
podremos mirar las flores
Y abrazarnos quizá a la esperanza
que se resiste a morir,
como resistirá el último olivo milenario.

jueves, 8 de noviembre de 2012

De vez en cuando un poema...


Ramón González


"González era un ángel menos dos alas
González era un santo por lo civil..."
J. Sabina



Confieso que a veces me atrae
el desapego, la renuncia, que pregonan
ciertas filosofías orientales.
Pero no esta noche…

Esta noche es para seguir tu ejemplo
y cagarse en el budismo entero
y en cualquier estado de iluminación
Porque no me da pena decir
que esta noche me dueles y que te extraño tanto
como a cada una de las cosas que se fueron contigo
Esas a las que no podré renunciar jamás.

Contigo se fue John Lennon y con él se había ido McCartney
Contigo se fue Discépolo y se fueron Charly y Sabina
Y se fue mi guitarra contigo,
dejándome estas cuerdas mudas entre las manos
Contigo se fue la farra y la Viajera del Río,
las Noches en Túnez y los bluses en séptima…

Contigo se fue el  Ulises, el bueno, el de Joyce,
no el mal marido con su mamarra excusa de diez años
Y se fue Bolaños, y Leon Tolstoi, y Mempo Gardineli,
y Britto Gracía y Humberto Mata…

Contigo se fue una ciudad salvaje
y un modo salvaje de andarla
Y se fueron tus niños contigo,
y sus ojitos hinchados de asombro al descubrir el regalo de la música
Y se fue la risa de viaje, como se fueron
los viernes en la tarde por los que esperaba la semana entera…

Se fue la duda a rumbear con la certeza
y no encontrarán tu piano para colgarse esta noche
de tu voz rajada y sin prisas
Así que al diablo todas las filosofías de la renuncia y del perdón
porque a la gente como tú
no se le puede perdonar morirse.

Igual te quiero, Negro.
Así que cuando quieras, vuelve.

viernes, 12 de octubre de 2012

Papeles viejos...


Nociones elementales de nostalgia, guayabo y desolvido



“… No mirar a los mapas, seguir en mi mismo
No andar ciertas calles, olvidar que fue mío una vez cierto libro
O hacer la canción…”

Silvio Rodríguez. De la ausencia y de ti



I
Amparado en dos segundos de absoluto silencio
deshago el dejavú
de aquel paseo ebrio por la Rue de Descartes.
Entonces nunca estuve contigo
No fue la imposible París, ni La Habana destructiva y sensual;
tampoco el Madrid con rico frío, mucho menos
Nueva York con su raya de coca.

Pero en dos segundos
no cabe tanto olvido
Y la cerveza
no ayuda a borrarte
Siendo que su espuma
fue el jabón de tu vientre
y la radio del taxi salta del flaco Sabina a Plácido Domingo.

Entonces me niego a estar donde estoy,
a ser poeta y no ladrón,
a mirarte y no tocarte,
a ser canalla y no amante
Me niego a evadirme del plan de fuga;
a coleccionar astros marchitos
en mapas de neón y lápiz labial
Me niego a las últimas veces,
rechazo de plano cualquier causa noble
que no me lleve a la malicia de tu enredado cabello
Me niego a leer a Neruda si no es desde tu piel
(“de mujer blanca, blancas colinas, muslos blancos”)
Me niego a afirmarte estas negaciones,
me niego cada tango, cada bolero y cada ranchera.

Y si ha de ser que no fuiste,
me niego, incluso, a creer haberlo soñado.

II
Íntimamente
sólo
recuerdo
la lluvia
mojando
al planeta
entero
a excepción
del ave
refugiada
en tu cueva

III
Arreola me enseñó
a quererme como a un Dios;
entendí entonces
aquello de amar al prójimo como a uno mismo.

De Neruda aprendí
el amor por la palabra
tal vez por eso te escribo
los besos que ya no podré darte.

Aprendí de Vallejo que la tristeza no mata,
de Drumond de Andrade
que los muertos no arden sino que alumbran
de Rimbaud que vale el empeño
en hallar el fondo de la fosa,
con Baudelaiere supe decir lo que no diría,
Bukowsky me enseñó a beber mientras escribo,
Alejo a no fundar vanguardias,
Borges a callar frente al silencio
De ti aprendí todos los poetas, “para ti, para ti,
Para ti, para ti…”

IV
Ahora, cuando este mar es otro
y es imposible retratarnos
en el Paseo demolido,
me pregunto
cómo andarán los mares en leva de tus orgasmos.

Y cómo andará ese retrato,
testigo único de nuestra resaca.

Noviembre-Diciembre de 2002

miércoles, 10 de octubre de 2012

Bajo Caroní



Era tu ribera poblada de ojos, hinchada de verde fértil; era el rugido constante de una catarata cercana y una tibia humedad de equinoccio eterno lo que cortaba la respiración del otrora pirata. Se sabía bordeando los confines del mundo, ¿era esta la casa del primer hombre? De ser así, el primer hombre eran muchos hombres y muchas mujeres. Y allá, en casa, los habían engañado con las historias de los libros sagrados. El Edén no estaba despoblado, muchos primeros hombres y primeras mujeres había avistado ya en aquella travesía. Salían cargados de abundante pesca y cacería y de jugosos frutos y de la extraña mirada de quien ya todo lo conoce; salían desnudos, descubiertas las turgencias de quienes se saben amadas por el río; mujeres del río, hijos del río, hermanos menores de aquella antigua jungla. Habían sido engañados, no hubo pecado original, nadie fue expulsado de ninguna parte; siempre fuimos libres de toda culpa. ¿Le creerían en palacio cuando contara la revelación de aquella epifánica mañana? ¿Y si uno de estos hombres o mujeres, libres de todo mal, me acompaña como evidencia?... “Amyas – llamó, con autoritario bramido – necesito que hagas algo por nosotros y por tu reina”...

Hoy es tu ribera despoblada de suspiros y ese paisaje encrespado de antenas y torres que te enmarca. Ese progreso que te vendieron y no te alcanza la edad del mundo para pagarlo; es ese andar de rebaño, el martilleo constante, la fiebre del oro que te devora por dentro con trazas de mercurio, bombas de alta presión y dinamita. Es la imbecilidad demandante de los hijos de los hijos de los hijos de aquellos que no creyeron en la revelación del corsario, confinándolo a una torre donde nadie escuchara sus delirios de volver a los orígenes del mundo. Es el exterminio de tus primeros hijos como respuesta al regalo de haberte encontrado. Es el polvo rojo que te cubre, es la melancolía quieta que se empoza en tus ocasos. Es el laberíntico encierro de las horas repetidas por cinco siglos; es la merma de los cuerpos de quienes cuelan tu carne en hornos infernales.  Es tu preñez demorada, a la espera de la vuelta del humo que sopló al viento un chamán para revelar la verdad del tiempo a los ojos de un viejo pirata.

martes, 9 de octubre de 2012

De vez en cuando un poema...


Haberes benditos


Lo he tenido todo;
la fortuna, la sed, el hambre
He tenido miedo
Y – créanlo o no – también coraje
He tenido ese segundo de verdad revelada
en una mirada, en un beso,
en un sonrisa, en un par de muslos
También he tenido el instante de ceguera
En el que nada quiero ver.

Nunca he negado
cuanto he tenido: he tenido la rabia,
he tenido ternura,
he tenido frío y goce y compañía
y estallidos y hogueras y soledades y dolor
Nada de cuanto he tenido me define,
Nada de cuanto tengo me contradice.

Tengo tanta luz como tinieblas encuentro
en mi andar por estas noches,
tantos achaques como energías,
tantos amores como despechos
Tengo tantas razones para olvidar
como para dar las gracias

Supongo que de eso se trata
esto de tener libertad.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Manual de ruralidad y malas costumbres



1
Si lo primero que haces al despertar es mirar el reloj, Felicidades. Eres de los esclavos que acostumbran a revisar el buen estado de sus cadenas. Tal vez no te prodigue el tiempo felicidad, pero tampoco habrá tristeza… Eres el afortunado ganador de un combo de certidumbres; candidato fijo a una muy formal y plácida buena vida sin sobresaltos.

2
Si Caín era un envidioso y Abel un miedoso irremediablemente sumiso, entonces Adán y Eva fueron los peores padres; y Dios el más grande de los hijos de puta. La buena noticia, de ser cierta la historia, es que el “Todopoderoso” no tiene madre conocida.

3
Un fantasma ha poblado las soledades, ha desquiciado bisagras, abierto gavetas, desenterrado historias, tesoros y huesos. Un fantasma es una mujer cautiva por medio siglo, un niño mudo por indiferencia, una ciudad habitada por la desmemoria de quinientos años, un país que desaprende su vocabulario de postración, disimulo y reverencias. En la ciudad donde nací, una mujer vivió un ignominioso cautiverio de amor que, al revelarse, nos recordó a todos cuanta miseria se empoza en los oratorios y baúles de nuestras “mejores familias”. Marginales, proscritos, vagabundos, pobres de solemnidad, manos sucias, pieles tostadas, vulgo, populacho, esdientaos, menesterosos, hermanos míos: ¡Olvidémonos de hacer la historia y empeñémonos en deshacerla!

4
Si lo segundo que haces en la mañana es encender la tele, mejor todavía. Te ganaste un desayuno que engorde, una mañana aprehensiva, una cerveza tibia, el derecho a comulgar y el deber de confesarte. Disfruta tu pedazo de pan, tu vestido y tu techo sin hacer muchas preguntas. Y si vas a rebelarte, a quemar tus naves para alumbrar el futuro, en un ataque de dignidad o en un acto de iluminada conciencia, al menos apaga la tele, por favor.

5
Si te preguntas cuándo representarán los políticos verdaderamente al pueblo. La respuesta es simple: cuando en los curules y ministerios, en las pantallas y los partidos, veamos gente con las manos callosas, con la huella de muchos soles en la piel, con el rastro de muchos sudores en la camisa, con la espalda conciente de cuanto pesa el pan de los hijos, con la mirada tranquila de quien sabe cuando comenzarán las lluvias. Cuando el político sea el arriero, el pescador, la campesina, el albañil, la enfermera... Y Cuando el arriero, el pescador, la campesina, el albañil y la enfermera se enteren que son, ante todo, políticos por naturaleza.

6
Si, tienes razón: Es de una elegancia irreprochablemente posmoderna desayunar frugalmente con fresas mientras se pudren los cambures a cuarenta y dos grados a la sombra. ¡Bravo, te graduaste de filósofo!


7
Todo “para siempre” es una sentencia de muerte. Todo “mientras tanto” es un acto de cobardía. ¿Ves, cuan acertado resulta decir “por ahora”?

8
Hace poco presencié una discusión entre militantes de la lectura y simpatizantes de la cerveza. Me hizo reflexionar sobre la capacidad humana de reducirlo todo a dualidades fundamentales: sí o no, luz o tinieblas, bueno o malo, Diablo o Dios, dulce o amargo, nos vamos o nos quedamos, y así… Pocos defienden su derecho a pensar (y decir): “sí, pero no me da la gana…” o “Ni diablo ni dios, mejor nosotros” o “Ni luz ni tinieblas, mejor nosotros” o “Ni bueno ni malo, mejor nosotros”; en fin, menos mal que con los libros y las cervezas no pasa lo mismo que con el problema que inventó la economía de preguntarse si se producen “cañones o mantequilla”. De hecho, anoche me tomé un par de Pilsen mientras leía a Galeano.

9
Tal día como hoy, alguien pensaba y soñaba y suspiraba y deliraba imaginándose al mundo en un día como hoy. Pero no nos pongamos tristes. Tal día como hoy, alguien auguraba y se estremecía y gritaba y palidecía sentenciando el infierno, después del fin del mundo, que se viviría en un día como hoy. Por eso he aquí “la verdadera verdad revelada”: Es aquí y ahora, en el día como hoy que te tocó vivir, cuando con tus actos legarás a otros la vida o el infierno en cualquier “tal día como mañana”. Y ¿qué me dices de “tal día como ayer”? ¿Crees que borrándolo podrás borrar tu presente? ¿O es tu conveniente olvido una concesión al buen estado de tus cadenas? De nuevo, apaga la tele.

10
Las mejores biografías son las de quienes practican el mal ejemplo.

11
Fue en Macuro donde aprendí que, efectivamente y para razón de Nietszche, Dios había muerto. Fue emboscado por un par de pescadores y un militante de los desafíos en una ensenada del Caribe. Lo mataron por accidente y bajo efectos del ron, pero lo mataron. Sin embargo, también fue en Macuro -en mi  primera noche allí- donde aprendí que Dios había reencarnado en forma de  ilusión y ruido, de muerte y promesas,  de resignación y desgano, de espectáculo y elecciones. Este Dios, más poderoso, vino a hablar por nosotros para dejarnos mudos, vino a hartarnos de sexo para dejarnos sin ganas, nos dice tantas veces libertad que creemos ya no ser esclavos, nos droga de compasión para que olvidemos nuestras llagas, nos regaló la imagen para no vernos desnudos.
            Pero en Macuro -aunque tienen una humilde presencia- los medios del espectáculo son ignorados, pues en ellos “sólo se ven bolserías”, según dicen los macureños, y sólo un pueblo con la importancia histórica de Macuro, con su incomunicación, su crisis de electricidad y olvido, su “pobreza” y abandono podría saberlo. Por eso, la última palabra sólo podrían tenerla el viejo Misael, Albot, Cocó, Charito, “Café”, otros tantos (casi dos mil nombres con los que se bautizó el olvido antes de ser exilado a Macuro,) y sobre todo la tendría Eduardo Rothe, el tahúr, el políglota, el amante de profesión, el marino, el periodista, el filósofo, el soldado, el poeta, el pescador, el militante, el calculista, el miserable, el portugués, el pintor, el hippie, el macureño, el francés, el ermitaño, el birmano, el vietnamita, el italiano, el amigo, el sobrio, el borracho, el terrorista, el rico, el prometeico, el guatemalteco, el escandinavo, el hombre que llegó a estas tierras cuando se mudó del mundo (octubre de 1996).

12
Es morbosamente estúpido dejar pasar el autobús a las penas y la  muerte, ese que va por la ruta de los bares y los hoteles de carretera, las mentiras y las bocas de carmín que las inventan; dejar que pase el bus de la mala historia y la peor ciencia, no sentarse en la butaca rota de la necesidad. Es absurdo y de incautos negarse a subir al vagón del último tren con destino al arrabal de nuestros miedos, pensando que pronto vendrá a buscarte la limosina de la fortuna para llevarle a conocer la mansión de los elegidos.

13
En estos días de corres o te encaramas, se agradece el paso tranquilo y seguro de nuestra buena gente de a pie. Así que no empujen, por favor. Por esa puerta pasaremos todos.

domingo, 23 de septiembre de 2012

De vez en cuando un poema...


Un paria de Paria



Abriéndose paso desde tierras más frías
va mi corazón andando tras el olor
de tus mareas libertarias
Encendida a los soles fulminantes del Caribe Sur
descansa tu costa
con señas de truco, sensualidad salvaje
y ternura borracha.

Por decreto universal,
dictado por la voluntad de mi libérrima gana,
hágase de Paria manantial de la belleza,
reducto de la última utopía
y medicina natural contra el dolor
Porque siempre habrá un amanecer
para quien lo necesite,
porque allí los sabios guardan silencio,
porque siempre habrá un silencio que callar
y un grito desde la acera del frente,
porque siempre habrá pesca que salve el día
y madrugadas que salven la noche,
porque siempre habrá un par de labios queriendo besar
y una boca en espera de un beso,
porque siempre habrá un milagro en puertas
y ángeles caminando por la playa,
porque siempre habrá un carnaval para volver
y una cuaresma para sanarse,
porque de allí siempre
saldrá herida de muerte la solitaria soledad,
porque siempre habrá Unare en la costa de Paria
y un vale nueve para volver a perderlo todo,
porque siempre será Paria un cuerpo desnudo
para que un paria lo desande
contra las embestidas del olvido y los vientos del oeste
que de cuando en cuando azotan,
sin poder borrar siquiera una sola de las huellas
que deja Paria en las costas de nuestra fe.

martes, 21 de agosto de 2012

Aquí pensando vainas...


Y vino Chávez (I)
(O un hombre, un pueblo y todo lo demás)

Después de mucho tiempo, finalmente, Chávez vino a Guayana. Lo que era una oportunidad para el rencuentro de las fuerzas políticas nucleadas en torno a su liderazgo, se convirtió, nuevamente, en el caos del cardumen de pirañas, cada cual buscando con desespero su mordida por encima de las demás.

Vale la pena destacar el esfuerzo honesto de personas, movimientos e instituciones por hacer de la concentración del sábado, 18 de agosto, una verdadera fiesta popular. Sin detenerse  en protagonismos, en “cuánto hay pa’ eso” o en cuotas de poder, sencillamente, convocaron, agitaron y movilizaron para celebrar el reencuentro con el único liderazgo indiscutible que (para bien o para mal) tiene la revolución bolivariana. Tuve la oportunidad de asistir a reuniones previas de frentes y movimientos sociales, jornadas de elaboración de pancartas, estampados de banderas, ensayos de músicos, preparativos de cobertura de la televisión comunitaria y en todas se respiraba un aire festivo, se sentía la euforia de quienes se preparaban para recibir a un pariente cercano y querido después de una larga ausencia.

La concentración fue toda alegría. Los rostros, las sonrisas, las expresiones de amor en los carteles, la telúrica fuerza con la que cantaban, reían y gritaban quienes esperaron (bajo un verdadero palo de agua) para ver a su líder, me dejaron en claro que el fervor chavista y la conexión del presidente con la gran mayoría del pueblo guayanés goza de muy buena salud, a pesar del tiempo, del sectarismo y de los desencuentros tan cacareados por los medios. De modo que, en resumen, fue un éxito la visita de Chávez al estado Bolívar.

Pero volvamos al principio. Decía que la oportunidad era de oro para restablecer relaciones; pero ni la maquinaria psuvista-oficialista permitió siquiera la posibilidad, ni las fuerzas aliadas del Gran Polo Patriótico mostraron voluntad para reencontrarse.

Guayana tiene algunas particularidades que hacen difícil el diálogo necesario para impulsar cambios realmente significativos en la vida política de la ciudad y el estado. Tenemos un sector obrero importante, pero sin ninguna conciencia de clase y mucho menos identificación con los fundamentos de la clase obrera revolucionaria. Las alienantes condiciones de la venta de su fuerza de trabajo (sea al Estado o a una contratista) los tienen sin cuidado, lo que quiere (y por lo que pelea su organización sindical) es más dinero, beneficios y prestaciones por esa venta, por encima de cualquier proyecto de país, de las condiciones de vida en la ciudad y de las propias condiciones de las empresas en las que trabajan. Luego tenemos grupos y organizaciones políticas de resistencia y lucha social de larga data y profundo arraigo en la ciudad. Algunas vienen de finales de los 60 y principios de los 70; se trata de pequeños grupos cocidos a fuego lento en la resistencia permanente, basados en la sólida organización interna y con poca o ninguna experiencia en las relaciones con el poder; estos grupos tienen un trabajo incuestionable, pero ni crecen, ni aumentan su saldo político, por su carácter cerrado y su negativa  perder el control sobre los espacios en los que actúan (muy limitados, por cierto). También está la burocracia técnico-profesional que sirvió de referente social a la “Guayana de la planificación y progreso” del proyecto positivista; ésta es la que ofrece la resistencia más frontal a todo lo que huela a chavismo, en muchos casos, sin abandonar sus cargos, en algunos, incluso, saboteando o pervirtiendo cualquier intento de línea de gobierno, de vez en cuando, embutidos en franelas rojas y gorritas con la silueta del Che Guevara. Los más frontales, gritando su antichavismo a los cuatro vientos, porque su cargo en la empresa es un derecho adquirido, según ellos, que no piensan declinar ante este “régimen opresor y excluyente”, no es joda, así dicen.

A éste cuadro político-social, se le suma una maquinaria política gubernamental impuesta (y hasta ahora soportada) por las circunstancias (elección tras elección, Chávez convoca y la respuesta es incuestionable). Esta maquinaria, consolidada en instituciones del poder constituido, no tiende puentes con las expresiones de la organización popular que difieran de su línea de acción. El otro problema es que no se trata de una sola maquinaria. Hay tendencias dentro de la máquina psuvista que se encuentran en franca confrontación (el botín son las postulaciones a cargos de elección popular). Gracias al enfrentamiento de los peces grandes, algunos chicos han conseguido mantenerse con vida; otros, que han pretendido meterse, han salido poco menos que en el hueso, y la mayoría se mantiene ajena a esta lucha de intereses que ha llegado a niveles de tensión realmente fuertes y que, de momento, se mantiene con silenciador debido a la unidad a la que convoca la campaña presidencial.

Como ven en este cuadro es difícil hablar de revolución, establecer líneas francas y únicas de trabajo, convocar a la unidad verdadera. Si en Venezuela la mayor amenaza interna para la Revolución Bolivariana son los mezquinos intereses de muchos de sus protagonistas, en Guayana esa amenaza es tan grande que ya parece una costura abierta. En mi recorrido con la caravana presidencial vi a un pueblo bajo la lluvia desbordado de amor por su líder, ese que los convocó a hacer y rehacer la historia; vi gente con una enorme conciencia de vivir un presente muy distinto al que el poder había escrito para ellos, vi niños gritar consignas, ancianas lanzar bendiciones, mujeres gritar te amo con una fuerza honda que venía de muy adentro, hombres con el puño en alto a disposición del único hombre por el que darían la vida de ser necesario.

Pero también vi a una pareja de connotados periodistas escuálidos-recalcitrantes,  ahora directivos de un diario asociado a parte de la maquinaria psuvista, haciendo la corte en el punto de inicio de la caravana; él sin poder ocultar su cara de asco; ella, sin ocultar su desvergüenza, fue la primera en besar a Chávez cuando éste subió al camión. Vi, además el trato especial que se le dio a este medio sin ningún mérito periodístico (es de regular a malo, muy malo) por parte del equipo de prensa presidencial, quienes, claro está, no tienen porque tener información al respecto, y sólo cumplían con directrices señaladas por los jefes. Vi (de nuevo) como el gremialismo devora toda posibilidad de una comunicación social revolucionaria, al periodismo no lo mata sólo la división social del trabajo, lo tiene postrado el colonialismo mental y la servidumbre feudal en las relaciones producción de esa mercancía que debería entender como un bien común: la información; honrosas excepciones también ví, y debo decir que fue un placer conocerlas.

Vi, con tristeza y casi con asco, a figuras públicas de la ciudad cayéndose a trompadas con el cordón de seguridad para subirse a la tarima sin estar invitados; vi mi teléfono lleno de mensajes para que le llevara quejas al presidente, como si un acceso de presa fuera un acceso a Chávez; vi el desespero de quienes han sido (porque lo han permitido) desarticulados por la maquinaria política; vi el hambre de protagonismo y poder; vi las camisas más rojas cubriendo a los pechos más escuálidos (y a ellos nadie los mandó, pagó o amenazó, no se equivoquen, es jalabolismo puro y simple), vi  el festival de tetas operadas y labios inflados matándose por una aparición en cámara, por una fotico que dejara constancia de su “apoyo al comandante”. 

La decadencia y el alba todavía conviven en el cuerpo social de nuestra revolución. Pretendiendo hacerla por las buenas, no puede ser de otra manera. Un gran amigo me explicó, hace algún tiempo, que rara vez los conceptos de Pueblo y Nación eran coincidentes, y casi siempre antagónicos. Me dijo, también, que éste era uno de esos momentos históricos y que Venezuela no los vivía desde la guerra de independencia, a partir de 1814. No es “a pesar” de la fauna política y los oscuros intereses que se mueven en torno al Gobierno por lo que voy a votar por la continuidad del proceso revolucionario    , es “con todo y ellos”, porque ellos son parte de la dialéctica en la que se reconstruye este país, devorándose a sí mismo para erguirse sobre su propia historia. Cuáles de las fuerzas que atraviesan a Venezuela en este momento terminarán por imponerse, no lo sé. Pero después de todo lo que vi ese día de la llegada del presidente a Guayana, no tengo dudas: con Chávez me la juego.

















lunes, 20 de agosto de 2012

Papeles viejos...


NUDA FÉMINA

            Quédate de espaldas a la luna. Hazte lago dulce de azufre, danza veneno si quieres, deja que desande tus caminos más secretos, pero quédate de espaldas a la luna;  deja que te envuelva, no me abraces, que de espaldas a la luna es como  se inventan los pecados.
            Porque estaba viciado el aire  te inventé para llenarme de gemidos y alientos ajenos. Soy el gran pez que sentencia y expía culpas añejas depredando espasmos de mar nacidos en tu centro. Rediseñé a mi antojo tu recién desnuda espalda, tu nueva desnudez  incendió las puertas de mi lengua; eras tantas cosas posibles como imposible era dar freno a los sentidos tras tu llamado a la demencia,  promesa  de muerte, canción de cuna, pirueta suicida, lengua de las cumbres, libertad desolada, ciudad imposible, llama jamás olvidada,  la Maja, la Eva, la tierra desnuda, la nada naciente, hechizo incompleto, aullido de niña, embrujo de anciana, lágrima de mar y diosa agnóstica, mueca infinita y muerte del tiempo, certeza de vida.
            Camina sin prisa de espaldas a la luna cuando quieras despertarme en mi celda de olvidos, huracanes y siglos no contados.

Los  amantes somos hijos del mar.

Agosto de 1998

domingo, 19 de agosto de 2012

Papeles viejos...


CONJURO PARA QUE AMANEZCA

            Andábamos desclavando señas, buscando perdernos en la ruta ciega del Mandala. La Generala se quedó dormida en la tercera esquina y nosotros bebimos agua de un viejo que podía haber sido nuestro hijo. Tú completabas dos, pero yo era la mitad de nada, luego siempre éramos uno por separado, pero juntos hacíamos cero. Ser cero en esos años tenía su encanto, nunca sumábamos algo y no éramos invisibles, quedábamos asentados en el libro de los muertos como cero, nunca nada, siempre cero.
            ¿Quién podría preguntar por amor en un lugar como ese? Ahora el mundo es la otra cara de una moneda vencida, ya no se cuentan los años y los hombres del tercer milenio no son un mito. Sólo el mar conserva su ritmo de cadencia lasciva. Si bien nos hemos librado del panfleto, los filósofos de hoy son seres de la peor calaña; si no andan entre la multitud pidiendo la cabeza de Danton, se les ve ebrios en la carreta, sabios, casi muertos, en silencio. No han encontrado vacuna para tu mal, pero lograron enterrar a los situacionistas, al Ché a Cristo y a todo aquel que anduvo desnudo por la ruta de su Mandala.
            Mientras certifican las reencarnaciones y santifican lo incorrupto, la vieja ciudad de donde salimos amenazó con irse al mar sin equipaje. En su intento suicida perdimos a cientos y ganamos a miles. La vieja cervecería quedó intacta, tu retrato soportó estoicamente el dolor de contenerte durante los segundos aciagos del sismo.
            Los diarios dicen que todo va bien, pero un profesor no puede pagar una prostituta, no te imaginas cuanta moral se respira en aquella callejuela del desconsuelo. Cousteau se largó y estamos en Marte, Itaca está a un par de horas y en Macondo celebrarán la feria del nuevo siglo. Un transformista recibió el mensaje que soltamos al mar el año de los crisantemos muertos. Mis huesos ya cumplieron el siglo, tú aún no cumples veintitrés, pero te recuerdo hablando de mayo. Aquí eternamente es noviembre, así que vuelve y acaba con la farsa de tu tumba, porque que desde que has muerto no se deja ver la mañana.

Julio de 1997

viernes, 17 de agosto de 2012

De vez en cuando un poema...


Salve, Reina sin posesiones ni dominios



Si la poesía fuese un ritual
sería el más pagano de todos
Uno abierto a todos los usos y maneras
Un loco rito que al celebrarse
nunca habría de ser igual al último

Si la poesía fuese un beso
sería el más voraz de todos
El más corto, el más eterno
Ese que en el lapso de un suspiro
te deja anclado a una primavera entera

Si fuese un vicio
sería el más placentero
Si fuese una redención,
la más dolorosa

Si la poesía fuese un tiempo
sería el único tiempo por vivirse
Uno de alumbramiento y muerte
Serían las horas muertas de quien espera sentencia
y las horas cruciales de quien encara sus tormentas

Si la poesía fuese un lugar
sería un abrevadero sin dueño
Uno para todos, uno para nadie
Si la poesía fuese un lugar
sería el más común de todos lugares.

martes, 14 de agosto de 2012

Les echo un cuento...


Perros cobardes

“Coño, chico, ¿no has probado lo perritos de la Calle Cuatro?” La respuesta negativa fue como una invitación al cielo. Sonrió con la sonrisa amplia de quienes encuentran la puerta del placer abierta, y empujándolo suavemente con una mano sobre la espalda le dijo que no se iba a perdonar no haberlos comido hasta ahora. Cuando llegaron a la calle cuatro no había donde estacionar, aparcaron dos cuadras más abajo de la esquina donde el vendedor de perros calientes en cuestión se deshacía en los malabares de atender a la clientela en la hora pico. El primerizo dudó ante una larga espera segura. Tenían cuarenta y cinco minutos para volver al trabajo y tenía un hambre de las que nublan el entendimiento. Pero ante la insistencia de quien le invitaba y la promesa de que estos perros iban por su cuenta, optó por esperar.

Ya había invitado a media oficina a comerse los perritos en la calle cuatro. Al ritmo que iba se le iban a agotar los compañeros de trabajo en un par de semanas; y ni hablar del dinero, tomando en cuenta que en la mitad de los casos le tocaba pagar la cuenta. Y es que puestos a ver, aquellos perritos no eran muy distintos de los demás. Pan, salchicha, vegetales, papas fritas, queso rayado y una combinación de salsas entre las que apenas destacaba la de pepitona, con un punto picante, que se llevaba los honores comparada con las demás. Con todo, la susodicha no competía con la salsa de guacuco del perrero de Siete Salsas. Pero para ese entonces estaba claro que no era el sabor de aquellos bocados callejeros lo que le empujaba cada mediodía esa esquina ahogada en el calor del recio mediodía.

Remontar el tráfico y las calles del centro de la ciudad por un par de perros calientes y una cocacola casi fría escondía una segunda intención. Su aparición, casi fantasmal, entre el bullicio, el calor y los comensales de aquel derivado lógico de la industrialización alimentaria, su sonrisa, más allá del bien y del mal, sus ojos de diosa impúber y su manera de andar como si flotara entre la gente y las cosas, entre la calle a mediodía y sus desvelos en la noche. Esa era la razón, la intención escondida y el meollo de una cobardía crónica que no le permitía decir siquiera una palabra una vez que hacía su entrada en escena, llevando consigo las viandas de comida con las que almorzaba el perrero, pasada la hora de mayor clientela.

“Bendición”, dijo como siempre con su voz de terciopelo y atardecer de playa, “Dios la bendiga”, respondió en automático el vendedor mientras sus manos se movían maquinalmente del compartimiento de los panes, al de las salchichas en agua hirviendo y de allí a las salsas, de allí a los vegetales, de allí al queso y de nuevo a los panes. Esa mañana se había prometido hablarle, hacerle un comentario cualquiera,  algo nada profundo, ni revelador, pero que dejara en claro que la había notado entre tanta gente, autobuses, recipientes de salsa y bolsas de papitas. Y por su puesto hacerse notar de una vez, buscando que, con suerte, en un cruce de miradas se asomara a sus ojos y se conmoviera  con tanto amor guardado para ella. Pero el escuálido almuerzo transcurrió sin novedad. La miro besar al padre, intercambiar con él un par de comentarios sobre la rutina doméstica, cargar el refrigerador con refrescos y despedirse, sin que él pudiera decir media palabra, paralizado, frío, con una corriente glacial que le corría de la garganta hasta los huesos. La vio partir de nuevo, desaparecer como flotando en el infierno de las calles de aquella ciudad en pleno mediodía.

Cuando la perdió de vista, y sus pies tocaron de nuevo el concreto de aquella acera sucia, se disfrazó de nuevo con la sonrisa estúpida de quien comparte un secreto irrelevante y le preguntó a su invitado “¿y qué tal?”. “Buenos”, le respondió el compañero sin mucho convencimiento. No pudo ocultar su cara de decepción; otro bolsa a quien invitaba a comerse un perro por no tener los cojones de afrontar solo la angustia de verla sin hablarle, y a éste ni siquiera le habían gustado los perritos. La soledad tiene muchas caras; pero sus rostros más terribles no lucen muecas de horror o tragedias, se maquillan con el desamor cotidiano de quien no sabe romper el silencio que nos ahorca a diario. Mañana será otro día. Amanecerá y veremos. A lo mejor le dure hasta el mediodía el coraje con el que se levanta, tras una noche de desvelo, y consiga hablarle a la deidad cotidiana que le alborota los sueños y no haga falta decirle al mensajero de la oficina – ya lo había escogido para el día siguiente -, “coño, loco, ¿no has probado lo perritos de la Calle Cuatro?”.

viernes, 3 de agosto de 2012

Papeles viejos...


MANIFIESTO DE AGONÍA SONREÍDA


Cuando amanece, y la noche cede a los antojos de la multitud que se despereza,  él se quita el disfraz de poeta y se cuelga su expediente.
            El expediente habitual; nacimos, crecimos, preguntamos, cursamos estudios por un siglo interminables, por un día tan efímeros,  erramos, dimos en el clavo con un saco de monedas, arruinamos un país, pagamos culpas universales, cobramos las nuestras, amamos - porque también queda escrito- ,  nos redimimos, desciframos las claves del consuelo, nos sentamos en la mecedora y morimos.
            Desde un lado oculto de la galaxia se anunciaba que ya no era poeta; ¿Lo  fue algún día? Sólo un instante de vivir como poeta valía más que la vida eterna.  Pero ¿cómo viven los poetas? ¿Como las putas trotando calles a la espera de un guiño certero?, ¿como los dioses bailando la canción del miedo en orgías interminables?, ¿como los duendes sembrando dudas en el asfalto?, ¿como el profeta ebrio que guarda su voz para la historia?,  ¿como el encantador de serpientes que un día duerme la siesta del veneno?, ¿como el tahúr que en un instante de amor se arruina?, ¿como el chamán que guarda la quintaesencia del augurio?, ¿como el ciudadano común herido de muerte por el despertador?, ¿como el hombre que vive “las mil vidas, las vidas del poeta”?.
            El poeta es tan sólo un elemento, la parte incierta del juego, la fiera doméstica de una ciudad salvaje, es el ciego perdido en una playa virgen. Nadie ha vivido como poeta. El poeta desconoce la vida porque no la posee, por eso es libre, a veces demente, muchas veces asesino. El poeta respira como único deber y ama como único castigo. Por eso respira sin vivir; sólo el amor  le eleva negándole el cielo, el amor lo mismo lo entierra y le impide conocer las entrañas del planeta de donde sabe escapó un buen día para forjarse de la llama y el sismo.
            El poeta es mejor poeta cuando calla; el silencio purifica la obra maestra, el verso final, un sortilegio macabro que se aclara en la agonía de muerte. Pero el poeta es poeta cuando habla, cuando afirma, cuando riega excremento de soldados en la paz de los sepulcros.
            Él era el poeta,  plácidamente dormido  con su pasaporte sellado al país fantasmal de los recuerdos. Siempre dueño del mundo que por sesenta  y dos años le fue  ajeno. Toda una vida de poeta vale menos que un instante de amor eterno. 


Febrero de 1995

jueves, 2 de agosto de 2012

Papeles viejos...


LASCIVO

            Crepito en el balsámico fuego de las blasfemias in memoriam del amor. No se puede llevar flores al cementerio de los besos; menos ahora, cuando tus ojos vieron crecer crisantemos en el desierto. Una caricia en mosaico, una explanada al deseo, una fortaleza de himen que espera el asalto, tú. Un adulterio temprano, una ebriedad de hospitales, un alma sana, un cuerpo enfermo, un bárbaro sin caballos, sin espadas, mendigando el favor de Atila, yo... Más tarde algún misionero vendrá a pedir mi alma, Belcebú me la habrá robado, tú maldecirás, entonces aprenderé a besarte. Transpiraré miseria cuando en tus huestes deje mi cimiente. Qué pronto naciste, qué tarde has crecido.

Diciembre de 1994

lunes, 23 de julio de 2012

De vez en cuando un poema...


Así
(Manifiesto del Fluir-Fluir)


Me gustas así
Enredada en los hilos de tu libertad
Tranquila en los silencios que nos comunican
Amada en las distancias
que se nos han abierto.

Así me gustas
Con tu brillo y tus tinieblas
Me gustas con la verdad por delante
Esa verdad que nos devora
y nos libera

Me gustas sin mí
y a pesar de mí,
me gustas conmigo,
amiga del tiempo
que no nos espera.

Me gustas corriendo
desde mí
y a veces hacia mí
Siempre corriendo,
sabiendo que quizá el secreto de correr
sea no llegar a ninguna parte.

Mágica, danzante, ardiente,
celosa, tierna y salvaje,
como las costas de donde zarpan los vientos
con los que vuelas a los orígenes del mundo
Así me gustas, así de simple.

Duerme tranquila,
duerme sin mí, duerme conmigo
Duerme con el universo que hierve en tus entrañas
y despierta con el soplo de mi amor en tu pecho
Que donde quiera que esté,
sin ti o con nadie,
siempre estarás conmigo.

viernes, 20 de julio de 2012

De vez en cuando un poema...

Trova y Más

Para Mariana y la Gata (Lisa), agradecido y gratamente sorprendido,
al calor de Lunando

Y de pronto
otra vez, sostenido,
ese viejo acorde que anuncia
el inevitable amanecer

Y de pronto
otra vez, respirando,
hondo y tendido
con la ventana abierta, de par en par,
a la madrugada.

jueves, 19 de julio de 2012

De la cripta...


Hablemos con propiedad de la propiedad (Parte I)
Un infierno llamado Banco de Venezuela



“Abandonad toda esperanza.
¡Oh, vosotros los que entráis aquí!...”
Dante Alighieri


¿En qué idioma gestión pública es sinónimo de ineficiencia? ¿Cuál es el código oculto por el cual propiedad estatal significa “sin dueño” o - peor aún - “de nadie”? ¿En cuál manual de procedimiento (o de “buenas costumbres”) la función pública requiere de altas dosis de indolencia?... No me salga nadie con lo del “país de los chaburros” o “esa vaina es culpechiabe” porque, como se verá más adelante, varios de los casos que incitan a las preguntas que acabo de hacer tienen por protagonistas a opositores a toda prueba. Algo que he podido comprobar en los últimos años – y corroborar en carne viva los últimos meses – es que el burocratismo no tiene color político. Lo que quiero, a partir del calvario que acabo de vivir, es pensar un poco en los problemas de fondo con los que se topa nuestra revolución al nacionalizar ciertas empresas. Empecemos por la historia…

Al parecer, mi primer error fue pretender abrir una cuenta en el Banco de Venezuela sin mayores problemas. La Fundación Infocentro, a la que me llamó una gran amiga para hacer equipo en el estado Bolívar, me solicitó que abriera una cuenta nómina en dicho banco, para lo cual me entregó, tras la firma de mi contrato, una carta dirigida a este banco recuperado para todos los venezolanos, según nos cuenta el presidente. Con ese documento, me explicaron las almas nobles de Infocentro, y el resto de los requisitos para abrir la cuenta (referencias personales, bancarias, copia de la cédula y un recibo de luz, teléfono o agua, esto último no es jodiendo) no tendría problemas para abrir la cuenta.

El calvario empezó la primera semana de mayo. Los primeros intentos fueron frustrados por razones realmente increíbles, si se da por cierto que estamos hablando del primer y más grande banco del país: NO HABÍA IMPRESORA. Sí, así mismo; en la oficina principal del Banco de Venezuela de Puerto Ordaz, no había impresora y “por lo tanto no estamos abriendo cuentas”. Después de reírme a gusto me dirigí a la oficina del CC Babilonia, por recomendación de la señorita que me atendió en la principal. Y adivinen… TAMPOCO HABÍA IMPRESORA. Lógicamente, lo que antes me dio risa, empieza a producirme suspicacia. Tú sabes, por esa paranoia ante el saboteo y los “matavotos” (en palabras de Luis Britto) que dice la gente pensante, opositora y de bien, que padecemos los chabestias de este país. Entonces decidí preguntar a la GERENTE de la oficina de Babilonia: “O.K, si no hay impresora, ¿qué estás haciendo tú para que sí haya?”. Su respuesta fue tan precisa como lapidaria: “Eso no me corresponde a mí, Señor”. La siguiente pregunta se caía por su peso: “entonces, ¿a quién le corresponde?”. Su respuesta, de antología: “Bueno, siga votando por Chávez”.

Las semanas siguientes los intentos fallidos se repartieron entre varias causas: “SÓLO ABRIMOS CUENTAS DE LUNES A MIÉRCOLES”, no es jodiendo. “YA LOS NÚMEROS PARA APERTURA DE CUENTA SE ENTREGARON, VÉNGASE MAÑANA, ANTES DE LAS SIETE SI ES POSIBLE”, repito, no es jodiendo. Y el mejor, cuando por fin me atendieron, recibieron mis papeles y todo parecía que iba  terminar: “SEÑOR, SU NOMBRE APARECE MALO EN EL SISTEMA”. ¿Cuál sistema? Pregunté, con un suspiro de agotamiento. “El sistema”, respondió el empleado con una seguridad que sólo dan los años de una burocracia bien asumida. Le mostré mis tarjetas de otros bancos, mi chequera y mis referencias bancarias en las que mi nombre aparece sin ningún error. Y me dijo que él no podía hacer nada. Fue la primera vez que los mandé a la mierda…

Había decidido renunciar a Infocentro, pero la paciencia y la voz de mi amiga-jefa me hicieron repensar la decisión: “No es posible que la burocracia nos derrote con una sola batalla… que esas son las cosas que tenemos que cambiar con nuestro empeño… que el trabajo que tenemos por delante es muy bonito y no podemos dejar de hacerlo (eso es verdad, gracias por la oportunidad), etc., etc., etc.…”

Así que seguí intentando, y entre las ocupaciones de mi trabajo (viajes, reuniones y talleres) se completó el mes de junio (dos meses exactos del primer intento) con otro par de intentos fallidos. Para estas alturas visitar una oficina del Banco de Venezuela, al menos una vez a la semana, se había convertido en parte de mi rutina laboral.

Pero el 6 de julio, un día después de celebrar los 201 años de la firma del acta que dice que nos liberamos de los españoles a quienes les compramos el banco hace poco, tuvo lugar la cumbre de todos mis padecimientos, emociones y confusiones en este infierno que superó con creces la morbosa imaginación de Dante. La chica que me atendió esta vez (toda una excepción de amabilidad y buen trato, hay que decirlo) me dijo casi sonreída: “señor, pero ya usted tiene una cuenta con nosotros”. “¿Qué? No es posible, yo no he abierto cuenta con ustedes”, respondí. “Sí, mire, está abierta en Caracas, el 4 de julio, hace dos días”. La chica me imprimió el papel, en el que aparecen una cuenta corriente y una tarjeta de débito asignadas a mi cédula y mi nombre, indicándome que debía preguntar a mis jefes por esa cuenta. Hechas las averiguaciones, resultó que no era una cuenta nómina, era una cuenta de Fideicomiso (QUE NO SABEMOS QUIÉN ABRIÓ, NI POR QUÉ, es en serio, no es joda, tengo un papel donde consta eso) y que, por lo tanto, tenía que abrir mi cuenta nómina en Guayana, como dios manda.

Lo que me lleva al día de ayer, 18 de julio, cuando con mi extraña historia de la cuenta que no me abrió nadie, me dirijo al puesto de la chica amable (después de una mañana de espera por mi turno) y le pido abrir mi cuenta normalmente. La chica, con cara sinceramente acontecida, me dijo: “Ay, señor, NO TENEMOS MATERIAL, ESTE LOTE DE CHEQUERAS VIENIERON MALAS Y ESTAMOS ESPERANDO QUE NOS LLEGUEN MÁS”. Al ver mi rostro, descompuesto seguramente, me dijo, quizás por mejorar mi expresión con alguna esperanza y no verme salir de su cubículo con esa cara, “pero pase mañana temprano, la valija llega hoy, yo le atiendo sin que haga la cola de nuevo”. Regresé al trabajo, con los sentimientos enredados entre la indignación y la esperanza. Y esta mañana cuando entré a la oficina del banco la funcionaria que administra la cola virtual (no es jodiendo, su trabajo es oprimir la pantalla por usted y entregarle el ticket) nos decía, con rostro de estatua egipcia, “Las aperturas están suspendidas hasta el próximo miércoles, por falta de material”, y cuándo pregunté por la chica amable, me dirigió una mirada que se balanceaba entre la indulgencia y el desprecio: “Ella no viene por el resto de la semana”.

Extrañamente, la primera sensación del momento, antes que se agolparan de nuevo la indignación, la vergüenza política (pues soy de quienes defienden las nacionalizaciones y la propiedad social de los medios de producción), la arrechera pura y simple de saber que ningún banco privado de este país deja una oficina más de 24 horas sin material para apertura, que en ningún banco privado, por grande y complejo que sea, a nadie le toma más de un día abrir una cuenta; en fin, antes de cualquier emoción negativa, sentí agradecimiento por la mentira piadosa de la chica amable, que con su gesto me procuró un almuerzo más o menos tranquilo ayer.

El Epílogo de esta historia no puede ser otro: RENUNCIO A MI INTENCIÓN DE ABRIR UNA CUENTA EN UN BANCO QUE TRATA TAN MAL A SU CLIENTELA y cuyo personal se caga en cada uno de los principios y las ideas por el cual fue nacionalizado. Debo añadir que en mis largas jornadas de espera por atención he visto como desprecian a quien va a cobrar su asignación por la misión, al viejito que va abrir la cuenta por Amor Mayor, a quien va a pedir su crédito para mi Casa Bien Equipada. Mientras se derriten en lisonjas y carantoñas con quien va a tramitar dólares para importar quién sabe qué mierda, o con quién le trae el regalito de Miami, por haberle tramitado los dólares para viajar. Nadie me lo ha contado, lo he visto, sentadito con mi ticket de cola virtual en la mano.

  
P.S.: Sí, renunciar a abrir una cuenta en el Banco de Venezuela, implica renunciar a seguir trabajando con Infocentro (tengo entendido). Es una lástima, pero está más allá de mi alcance. Quise poner lo mejor de mi talento y mi creatividad a su servicio, pero el burocratismo y la indolencia (después de tenerme seis (se lee 6) quincenas sin cobrar) acabaron con mi paciencia. Voy por un café y en una segunda entrega las reflexiones acerca de esta y otras experiencias con la propiedad.