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martes, 12 de octubre de 2010

INDIGNACIÓN Y MANIFIESTO


Levantarse un 12 de octubre, besar al hijo, pensar en la hija, desayunar, revisar cables y desperfectos en la casa (todo un lujo si se ve con cuidado el estado del mundo), encender la PC, desinformarse un poco aquí y allá, abrir el twitter y encontrase con esta maloliente plasta retwiteada con la respectiva mentada de madre de un compañero tan ofendido como yo. Vomitada (o cagada) por Laureano Márquez, con el desdén (medio frívolo, medio chistoso) de la clase media tan inteligente que aún no consigue explicarse porque el pueblo sigue votando por Chávez, a pesar de ellos (y de cierto subphilium chavista que se devora el proceso por dentro). La Frase: "Hoy los que ganamos, celebramos, en español, el día de la resistencia de los perdedores...Seremos caraduras!!!..."
Los que ganamos, ¿quiénes?, los que ganamos, ¿qué?. ¿La resistencia de los que perdieron? Siempre he aplaudido la claridad en el sentido de pertenencia y la identidad, especialmente en quienes están en la otra orilla. Ese es el punto de partida de un verdadero debate y un verdadero diálogo para la síntesis de nuestros intereses como clase y como pueblo. Pero una cosa es tener y dejar en claro a qué intereses se reponden y para quién se trabaja, y otra es ofender a los pueblos que se asumen como ajenos.
Yo sé que el medio imbécil de Laureano Márquez asume que en sus venas no hay una gota de sangre africana o americana originaria. Pero en la mía, sí (y mucha), como en la de millones de venezolanos y latinoamericanos que hoy se la juegan por la revisión de su historia y la reivención de su destino. Por eso me ofende, como hijo y nieto de negros, como hermano y sobrino de indios, como heredero también de las tradiciones de "razas vencidas" que llegaron a estas tierras con quienes nos legaron el español (bendito sea de paso), en el que digo claramente que hoy no celebro otra cosa que la reivindicaión de la memoria de los pueblos masacrados, expatriados a la fuerza, exterminados en explotaciones perlíferas, en trapiches y plantaciones, humillados y ofendidos por tantos siglos en su memoria.
Que se exterminen las cuatro quintas partes de la población originaria de un continente es un holocausto tanto o más terrible que el vivido por el pueblo judío en la Europa de los 40. Y a la memoria de ambos pueblos se debe el mismo respeto. Por menos de eso la comunidad y el poderoso lobby judío han hecho disculparse y explicarse a intelectuales y artistas como Oliver Stone o Helen Thomas (finalmente censurada y silenciada por un comentario en contra de la ocupación israelí de Palestina).
Pero este sin patria, evidentemente mal parido y mal tenido, en una tierra que, si siente suya, será sólo para él (o para la gente como él), libre de negros y de indios, cuyo derecho a existir dependerá de su capacidad de darse su puesto, el de servirles; este bufón de palacio (lo de humorista le queda grande), lameculo de sus muy católicas majestades, puede cagarse en el holocausto amerindio y africano olímpicamente y escribir semanalmente en la prensa opositora y salir con el remedo de mueca que le queda por sonrisa en los canales de TV opositora a decir (encima) que en Venezuela no hay libertad de expresión.
Quienes me conocen saben que este no es le tono en que suelo expresar mis ideas por escrito; pero el tamaño de la ofensa es proporcional a la indignación que me produce, y ante situaciones como ésta se hace difícil conservar las maneras. Por eso para cerrar incluiré un poema que escribí hace un par de años, cuando sufrí de una indignación similar viendo como los manitos blancas del facisnmo boliviano humillaban a palos y patadas a nustros hermanos originarios en Sucre y El Alto. Dejando claro a las miasmas intelectuales, como Laureano y sus aprendices de bufón, que sí bien "el pueblo es sabio y paciente", como dijo Alí, hace rato ese mismo pueblo decidió torcer los caminos de su historia.
12 de octubre de 2010


MANIFIESTO

“No importa que el sol se meta”
Bernardino Ortega, Patriarca del Galerón en Guayana



Nosotros,
Venidos desde muy cerca, de aquí mismo:
De la azotea esquizoide y la vereda sensual,
De la tierra usurpada y el río mancillado,
De la identidad negada y del nombre ignominioso,
De las espaldas quebradas y los estómagos vacíos,
Del shamán y del pastor,
De la vergüenza y la rabia,
De Congo vuelto San Juan,
De los collares de Oshún,
De la Corte India y del Nuevo Testamento,
Del milagro concedido y la fiebre mal curada,
Del Reino de este Mundo y las Memorias del Fuego,
De la inquina de los que quieren todo
Y de “la dignidad de los nadie”,
De la resistencia, del aguante;
De nuevo evidentes, una vez desgarrados
Los velos de la historia,
Negados de plano
A regresar a los desiertos de la desmemoria;
En ejercicio del amor libertario,
En el que “nada concluye todo recomienza”,
Levantamos techo en este sitio y ahora,
Declarando que:

Contra todo odio
El amor de quienes creen,
Contra todo descreimiento
La fe de los que luchan,
Contra todo miedo
El brazo firme del compañero,
Contra toda soledad
La multitud llamando a la puerta de la historia,
Contra todo olvido
Cada nombre de los caídos,
Contra toda negación del futuro
Una carga a lomo de bestia, vuelta huracán,
Que arrase los prados y refunde anhelos,
Contra todo terror
La maravilla de estar vivos,
Contra toda muerte
La gloria de ser semilla,
Contra toda oscuridad
El verso del viejo Bernardino,
Contra toda la historia
La palabra de los que nunca antes hablamos.

Que quienes sepultan pueblos enteros
No imploren clemencia en sus clubes,
Que quien nos negó la mirada siempre
No nos vea ahora con miedo,
Que quien nunca nos oyó
No pretenda ahora gritarnos,
Que quienes convocan huracanes
No rueguen la paz a los vientos,
Que quien abandonó al hermano a su suerte
No clame por suerte, ni por hermanos,
Que quienes proclaman el reino de la incertidumbre
E hicieron autopsia de la historia
No nos pidan certezas para sus mercados financieros,
No nos increpen por la duda
Ante lo nuevo.

Existimos,
Esta vez, para siempre jamás.

(Mayo de 2008)

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