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martes, 1 de noviembre de 2011

De vez en cuando un poema...

SALMO PARA EL JUGLAR DE LOS JUGLARES


De la  ponencia “Palabras para Alí”, como participación de la Cátedra Bolívar-Martí, en el marco del homenaje que se hiciera a Alí Primera, en la UBV- sede Ciudad Bolívar  el 5 de Noviembre  de 2004.


Hágase el silencio para que se escuche la vida
Porque está prohibido llorarte
desde el instante en que te fuiste,
para quedarte en lo más hondo
de ese repertorio de melodías
al que llamaste patria, pueblo, país,
madre, hermana, novia… revolución.

Que nadie cante por un momento
para que el planeta entero
escuche el sonido que se mece en el viento,
se desliza en las aguas
y brota de la tierra:
Las cuerdas de tu guitarra
y el aliento de tu voz
empujando una historia que despertó
el día que lo ordenaste por el decreto universal de vida
que se asienta en tu música.

Ahora sé que todos morimos un poco
el día en que te dejamos partir
Y que se aprende a vivir
cuando un cuatro cimarrón desgrana la llovizna
de la voz de Don Pío Alvarado,
o besa en su galerón
a la Cumaná cumanesa que se muere de sol
Se aprende a vivir cada vez que hierve un sancocho e` playa
en el Canchunchú de Luís Mariano,
cada vez que el llanero
apacigua los primeros ardores de la sabana
en una tonada viajera, Cunaviche adentro,
cada vez que un loco
dicta cátedra  en la calle
de historia en Dolor Mayor
Esa historia universal, en la que Bolívar regresa
a conversar con los niños
para entregar sus espuelas
y al Oriente del río de la Plata,
las esperanzas dan al mar
con el canto amigo que una vez inventaste
para que a Benedetti no se le acabara al cuento.

Que se rompa el silencio de siglos
que nos tomó convocarte
Y que entonen todos los pueblos a los que cantaste
aquella canción que te regaló Pablito
para decirte que no te habías ido
el día en que te fuiste:
“Un homenaje
Para tu ausencia
Lo llenas todo
Con tu presencia…”

jueves, 8 de septiembre de 2011

Aquí, pensando vainas...

Lo importante y lo urgente

Hay cosas de cosas y casos de casos. Si es verdad, por lo menos hasta ahora, que el tiempo tira en una sola dirección; no es menos cierto que la Historia no lo hace. La Historia es una red de hechos, motivos, grandes actos, pequeños gestos, momentos cruciales y cotidianidades mil veces repetidas que van labrando un cuento cuyo rumbo cambia, bien por golpes de timón, bien por los antojos del viento, bien por pura necesidad.

La segunda mitad del siglo XX venezolano, y lo que va del siglo XXI latinoamericano es un buen ejemplo de lo dicho arriba. Por eso la principal virtud del proceso bolivariano y socialista que vive el país (al menos así lo creo) es saberse en construcción, en invento permanente, en la disposición a errar, siempre que inventemos, que busquemos nuestro propio camino a la victoria. Victoria que es la realización de las aspiraciones populares de vida digna, de autorespeto y de construcción de ese otro mundo posible donde amar y soñar tengan mayor valor que el matar o morir.

Por eso, sin dudar de la calidad moral del comandante de la Revolución, Hugo Chávez, y en principio de la de nadie en su entorno inmediato, porque no tengo pruebas. Entiendo también que el comando de este proceso está en manos de seres humanos falibles, gente que puede cometer errores.

Pensar que las “presiones políticas”, el lobby o el chantaje son la única fuente de las equivocaciones en que pudieran incurrir nuestros líderes, es poco menos que inocencia o candidez, para darle un nombre que no hiera susceptibilidades. Las decisiones, en la mayoría de los casos, cotidianamente quiero decir, se toman en base a información. Y si la información que recibe el líder es errada, fuera de contexto o incompleta (intencionalmente o no), seguramente el o los líderes y liderezas de cualquier proceso tomarán decisiones con alta posibilidad de error. Sin chantajes, sin presiones, sólo con información defectuosa.

Por eso pedir que se investigue el caso de la Cámara Venezolana de Farmacias y su relación con la redacción de una ley de patentes “con lenguaje chavista” usando operadores conectados con el alto gobierno, así como la “apretada de correa” a Eduardo Samán y su propuesta de ley, no puede ser etiquetado inmediatamente como un reto o puesta en duda de la calidad moral de Chávez; eso en primer lugar. Luego, hacer absoluto silencio informativo en los medios del Estado (y hablo del Sistema Nacional de Medios Públicos, no de La Hojilla), ignorarlo olímpicamente en la Asamblea Nacional (si no es así tampoco lo informaron) y en el principal partido de la revolución, sí resulta un error grave, pues podría ser tomado como un insulto a la inteligencia de quienes solamente se están preguntando “¿Qué pasa aquí?”

Finalmente, que ese silencio mediático sea apenas trastocado durante unos desafortunados minutos en La Hojilla, por Mario Silva, diciendo más o menos, que no va invitar a Samán porque quienes lo están pidiendo son de derecha y que a Chávez no lo reta nadie es la guinda de una estrategia comunicacional, que una mente como la mía (supongo que demasiado limitada todavía) no entiende.

Con respecto a Eduardo Samán, sólo diré lo siguiente: fue uno de los ministros con mayor aceptación popular de los que ha pasado por el gabinete, tras su remoción se limitó a decir que Chávez tendría sus razones y que el las respetaba (a pesar de que evidentemente no las conocía); tras quedar fuera de las candidaturas a la Asamblea Nacional, pese a todo lo que sonó su nombre entre la base, se limitó a aceptarlo y (que yo sepa) no dijo ni pío, antes o después; y finalmente, ha ratificado su condición de “soldado de la revolución” defendiendo y apoyando al proceso y a camaradas en cargos de responsabilidad. Es todo lo que se de ese señor, sí es bueno o malo, si robó o no, si tiene mal carácter o es manso como un conejo, no lo se y no creo que sea lo importante en este momento.

Pero, y he aquí mi cuestionamiento: si el SNMP le dio la atención y el espacio que le dio a Didalco Bolívar (¡A Didalco Bolívar!), que saltó la talanquera en las primeras de cambio, que vino poco menos que reconociendo su condición de prófugo, pero que tenía algunos señalamientos y pruebas contra Ismael García. Si otros cables de wikileaks han suscitado tanta atención en VTV, RNV, ANTV TVES, agencias informativas del gobierno, etc., al punto que en algunos casos se abrieron debates y se ordenaron investigaciones en la Asamblea Nacional, ¿por qué al menos no se abre un espacio oficial para la investigación y el debate, de cara a los miles de chavistas que se están preguntando “qué pasó aquí"?, y se le permite al camarada Samán exponer sus impresiones y contrastarlas contra lo que la investigación arroje; que supongamos sea (elucubrando sobre el contenido del informe final): “que el cable de wikileaks fue producto de una filtración de información inducida desde la misma embajada norteamericana, como una operación de contrainteligencia…” (¡A vaina, todo es posible!). En resumidas cuentas tómense el tiempo de informar siempre, de abrir la discusión en los espacios disponibles y de decirle al pueblo, “investigamos y el resultado fue este”. Porque el hecho de que los señalamientos en el cable filtrado son gravísimos y hablan (de ser ciertos) de lo permeable que sigue siendo el proceso (eso lo ha reconocido hasta Chávez), es incuestionable.

Con respecto a La Hojilla, sólo diré que no creí, desde un principio, que ese fuera el espacio idóneo para presentar las pruebas de este caso; tampoco es que no se pudiera, pero lo cierto es que su conductor, Mario Silva, tenía, tiene y tendrá todo el derecho, en primer lugar de no invitarlo, y en segundo lugar de decir “no lo invito”. Pero ese derecho, repito: incuestionable, no implica el derecho de ofender y calificar de un plumazo a quienes (sin acceso a información oficial) reclaman indignados investigación y debate. Porque no importa cuantas veces diga que no y se desdiga, el camarada Silva insultó la inteligencia de muchos diciendo que la situación está planteada en términos de un reto a Chávez, de un chantaje a Chávez, pidiendo que saltaran la talanquera a los que no les guste, e incluso insinuándole a Samán que se lanzara a candidato presidencial de la oposición. Estas son horas de fortalecer el vínculo de los chavistas con su proceso revolucionario, debatiendo, inventando, aprendiendo; es decir con motivación y con argumentos. No son horas para ponerse a pontificar en TV acerca de quién es revolucionario y quién no lo es, quién es socialista y quién no; pues revolución, socialismo y bolivarianismo, están en plena construcción y son, en buena medida, tareas pendientes todavía. Todo lo demás es un día normal en tuiter, que como red social conquistada por el chavismo y territorio libre de cualquier cerco y control informativo y de opinión, da para eso y para más.

¿Que vuelva Samán al ministerio? No creo que deba, ¿Que vaya invitado a La Hojilla? Menos que menos. Eso no es lo que está en cuestionamiento aquí. ¿Que se investiguen los señalamientos del fulano cable al Departamento de Estado caiga quien caiga? Eso es lo importante. ¿Que se reduzcan los niveles de ansiedad, frustración e indignación de los chavistas que quieren saber qué pasa, con lo único que puede reducirlos: información, investigación y debate? Eso es lo urgente. Si pensar así me convierte en reaccionario, entonces me equivoqué con mi país.

PS: Destáquese el hecho de que en la última oración condicional, el equivocado soy yo, no el país. Cambio y fuera.

martes, 5 de julio de 2011

PALABRAS POR EL BICENTENARIO




Esta madrugada, con los primeras horas del 5 de julio. Me sumé al montón de tuiteros que compartían su emoción por los 200 años del nacimiento formal de nuestra patria. Recojo aquí los tuits que escribí anoche, para compartir el que considero mi primer ejercicio poético escrito enteramente para (y en) esta red social.


Siempre recién nacida, siempre recién parida
(Primer poema tuitero)

1
Y es así como esta patria mestiza cumple dos siglos de haberse dado vida, lugar y nombre. En nuestras manos está su destino.

2
De sangre rebelde soy, hijo del Caribe soy. A fuego lento, por dos siglos, ha cocido mi Patria el barro del que estoy hecho.

3
Hay una rendija abierta por la que asoma el futuro. Es el sexo de la Patria empujando a la luz del mundo a un Pueblo Libertador.

4
No era sólo un acta firmada. Era un pueblo entero latiendo por su destino. Eramos nosotros, éramos ayer, proyectados hasta hoy.

5
Y no hubo traición, oscuridad ni vileza que apagara el fuego encendido hace 200 años. Nos toca avivar la llama, por eso la lucha sigue.

6
De guerrer@s y de poetas, de gente del mar y de labradores, de fuego vivo y semilla germinó la libertad de mi pueblo.

7
Y no habrá oscuridad que lo oculte, y no habrá nación que lo ignore. Tal día como hoy crujieron las cadenas de viejos imperios.

8
Todo cuanto hay de sangrado en tu suerte, me mantiene con vida. Toca ahora cuidar de tí, Patria Mía.

9
Y encendieron luces de fiesta en cada pueblo. Son las estrellas que prendieron tus hijos para defenderte libre, Patria Buena.

10
La Patria, que es mujer (y es amorosa), hizo un pacto con la Muerte: Te entregaré a mis hijos por larga vida para mis nietos.

11
Hinchada de libertad y júbilo, te dejo tendida, con un beso en los labios y con tu fuego en mis venas, Patria recién parida.

domingo, 24 de abril de 2011

De vez en cuando un poema...


Inventario genealógico

Los hijos de los dioses, los hijos de la calle,
los hijos del azar y los hijos del viento.
"Los hijos infinitos", "todos los hijos del mundo".
Los hijos de los gatos y los hijos de perra.
Los hijos del dolor, los hijos del amor,
el hijo de una duda y "la hija de la lágrima", “brillaba, era una perla”.
Los hijos tuyos y los hijos míos. "El hijo que jamás hemos tenido".
Los hijos del pasado, los hijos escarlata y los hijos índigo.
Ese mañana que es hijo de este hoy.
Los hijos inclementes, los hijos del tiempo, los hijos del alcohol,
los hijos de un duelo de amor que siempre termina y siempre vuelve a empezar.
Los hijos de la guerra, los hijos del miedo,
los hijos del rock n´roll y de los buenos boleros,
Los hijos de la noche, los hijos del hombre lobo, el hijo del Dr. Frankestein,
la hija de la luna, los hijos de un marinero y todos los hijos del coronel Buendía.
Los hijos que lo merecen todo, los hijos que nos duelen hasta el alma,
los hijos, hijos de nuestros huesos,
los hijos asesinos, los hijos celestiales, los hijos de la patria,
los hijos de las infinitas preguntas que aún están por hacerse,
tantos hijos.

lunes, 18 de abril de 2011

Sobre los meses de abriles (II)

Además de conmemorarse la resistencia antifascista y la dignidad nacional, la Batalla de San Félix, y con ella el renacer de la República, Abril tiene una significación extra para los bolivarianos y las bolivarianas de Guayana: Como consecuencia del golpe de Estado, un grupo de compatriotas, tras analizar el papel de los medios en la conjura, y entendiendo la importancia de la comunicación en las luchas por venir, empezó a plantearse la idea (el sueño, durante mucho tiempo) de una televisora alternativa y comunitaria, de alcance municipal, con carácter popular, rebelde y profundamente ética. El paro petrolero y la comiquita montada por la CTV y Fedecámaras, a finales de 2002 y principios de 2003, imprimieron carácter de urgencia a aquella necesidad y se constituyó la Fundación Churum Merú, dando inicio a la dura labor de parto, hace ocho años, de Calipso TV.
La historia de Calipso TV merece ser contada, pero no va  a ser aquí ni ahora. Esa es harina de otro costal, que amerita un reencuentro de las muchas voces y colectivos que han hecho posible este sueño. Por ahora, pretendo apenas tomar a Calipso TV como ventana y ejemplo, para ilustrar algunas de mis convicciones acerca de la Comunicación Popular.
Así que volvamos a abril de 2002. La primera lección que dejaron aquellas jornadas es que el imperio mediático es derrotable; la segunda, que derrotarlo siempre será difícil. En aquella ocasión nos costó vidas - y no hablo sólo de las caídas en el Centro de Caracas, hay una enorme deuda con la verdad todavía-, ingenio y una determinación a toda prueba. En tiempos de “Dictadura de la Imagen”, cada batalla contra el cartel mediático mundial y sus operadores en Venezuela será cada vez más dura y costosa. Esto se evidencia en el episodio que siguió a Abril, en nuestra lucha por el respeto a la voluntad popular: El paro petrolero y el paro obrero-patronal (aberración, producto de la relación incestuosa de sindicalistas y patrones), el “megaparo” que se les “fue de las manos” y que no ha sido levantado todavía.
La batalla librada en los medios fue cruenta; como en toda guerra, la verdad fue la primera víctima. El parte emitido a final de cada tarde, por Ortega (de la CTV) y los Fernández (el de PDVSA y el de Fedecámaras, el nulo y el más nulo), era un acto de prepotencia y de negación del país chavista que terminó por ser grotesco hasta para algunos opositores. Cuatro canales de TV nacionales se encadenaban el tiempo que fuera necesario, y a ellos se pegaban muchos canales privados regionales y cientos de radios en todo el país, para informar el avance de la paralización y destrucción de nuestra industria petrolera, el cierre de bancos, las empresas o grupos de trabajadores que se sumaban al paro (muchos obligados por las dificultades de transporte y la falta de gasolina, eso no lo dijeron nunca). Además, las amenazas y los insultos al presidente de la República, extensivos (por lógica y desprecio natural fascista) a todo chavista o simpatizante, alcanzaron un tono nunca antes visto en la historia de la comunicación social de nuestro país. Recordemos también el burdo montaje de la Plaza Francia (Altamira), con sus pronunciamientos militares a la carta, su reloj contando las horas del único tiempo que si pasó en vano, y el Caso Gouveia, con el que nuevamente se pretendió acusar a Chávez (y con él a “su banda de marginales”) de asesino. Contar esto a un extranjero, o a quien sea que no viva aquí desde hace mucho, siempre trae problemas de credibilidad.
Pero nuevamente salieron derrotados y nuevamente su derrota estuvo en la articulación de formas de comunicación fuera de los medios de comunicación de masas. El mensaje de texto, la radiobemba, la organización vecinal contra la guarimba, la articulación de grupos para la presión y reactivación de centros de distribución y llenado de combustibles, hasta la organización de la parrillita y el juego de dominó en las colas de 24 o más horas para comprar gasolina, dieron cuenta de que el medio había dejado de ser el mensaje y que existían canales más efectivos de comunicación e información para la superación de la crisis. Otra vez, a las putas sólo les quedó bañarse sin haber fichado. Las duras jornadas de finales de 2002 y principio de 2003, repetían el fenómeno del Abril rebelde, cuando el pueblo venezolano dijo a “sus” medios de comunicación “sencillamente, no me da la gana volver a ser invisible”. Mientras los medios planteaban una “realidad”, mediante la negación y falsificación de cuanto frente a ellos pasaba, el país real les explotaba en la cara, dejándolos (otra vez) en la más impúdica evidencia. La realidad mediática (otra vez) había sido superada.
Y he aquí uno de los grandes retos de la “guerra comunicacional” en la que estamos enfrascados: Superar la dimensión mediática de la comunicación política, de la comunicación social, entendida ésta ya no como la disciplina, la profesión, sino como el abarcante fenómeno por el que fluyen y se entrelazan los procesos sociales en nuestros días. Nótese que he dicho superar, no suprimir, acabar o eliminar la dimensión mediática de la comunicación, eso sí sería malgastarnos en quimeras. Pero creo que nuestros avances como ejército “irregular” (guerrilleros comunicacionales) en el teatro de operaciones de la guerra de cuarta generación, pasa por inutilizar a la artillería enemiga llevándola  a terrenos donde, por su forma y dimensión, resulte inútil, cuando no contraproducente. Se trata de sacar el debate (o al menos parte de él) de los medios y llevarlos a la plaza pública, al mercado de hortalizas, a la Asamblea de Ciudadanos, al concierto, al teatrillo de títeres, al salón de clases, a la mesa de agua o energía.
Los medios de comunicación son parte estructural de la sociedad urbana contemporánea, son parte de nuestro paisaje, por lo que negarlos tampoco es la salida. Pero desmontar la dictadura mediática pasa por romper con sus reglas. Mucho se ha hablado de la necesaria revisión de los códigos estéticos, éticos, políticos y sociales, eminentemente burgueses, en la producción de mensajes revolucionarios. Mucho hay por hacer al respecto todavía. Pero llegar al nudo con el que nos estrangula la porquería mediática pasa por reentender los propios aspectos constitutivos de la producción de mensajes, más allá del contenido. La duración de un plano, la cantidad de información que este aporta, el manejo de los puntos de atención en éste, son aspectos poco cuestionados por teóricos y productores revolucionarios. Al contrario, en la mayoría de ellos resultamos fieles aplicantes y reproductores de las “leyes” que nos son expuestas desde la tradición cinematográfica y televisiva de ustedes saben dónde.
La tarea es ardua y requiere la conjunción del esfuerzo de todos. Y es aquí donde cobra importancia la Comunicación Popular; “sólo el pueblo salva al pueblo”, sólo del pueblo vendrá el lenguaje audiovisual popular, el lenguaje periodístico popular, la estética popular de la radio alternativa y comunitaria. Las radios y televisoras populares, hechas por las comunidades, para las comunidades, en las comunidades, son el perfecto vaso comunicante de las muchas asambleas populares por realizarse, de los muchos pequeños eventos que conmemoran fechas significativas aunque no “nacionales”, como la caída del Guerrillero Américo Silva, sembrado en el Cementerio de Chirica, o el cumpleaños de Bernardino Ortega, patriarca del galerón guayanés, en su bonito barrio de Bella Vista. Los medios alternativos y comunitarios son los medios llamados a superar a los medios; a ser comunicadores de aquellos mensajes que se construyen, tienen lugar y se difunden, sin los “medios” como referente.
Las mejores unidades de combate comunicacional serán aquellas nucleadas en torno a medios verdaderamente populares, verdaderamente alternativos y verdaderamente comunitarios. Medios sin miedo no sólo de visibilizar lo que la comunicación de masas (estatal o privada) calla, sino además sin miedo de hacerlo en los términos que realmente se identifiquen con la comunidad que los hace y para la que están hechos. En este campo casi todo está por hacerse y, aunque duro, promete ser hermoso el camino de hacerlo.
Me ha resultado una gratísima sorpresa, toda una revelación, descubrir a un grupo de jóvenes haciéndose (en su lenguaje y a su manera) este tipo de cuestionamientos desde una televisora comunitaria a la que quiero y pertenezco (“cuando me fui, no me alejé…”) desde hace mucho. Mi reencuentro con Calipso Tv, me ha traído de regalo, aparte de nuevos panas, la conexión con ese otro mundo posible, que a veces se nos esconde detrás de tanta barbarie y desesperanza. Esta televisora nacida del espíritu de Abril, ha devuelto a mi espíritu la renovada y necesaria energía para no renunciar a la lucha. La comunicación revolucionaria es popular, libertaria, rebelde y profundamente ética. Me complace ver que Calipso TV, se afianza sobre esos 4 pilares. Están pasando cosas. Algo me dice que van a seguir pasando… Estamos pendientes.

jueves, 14 de abril de 2011

Sobre los meses de abriles (I)

Estas son palabras que me debía. Ya tienen días rondando claras en mi cabeza, y la gripe, el clima y otras cosas no permitían sentarme a tratar de ordenarlas en un texto. Se trata de hablar de abril, de lo que pasó en otros abriles, de lo que pasa este abril, de la cara que tienen los abriles por venir…
Abril tiene un sabor especial para los bolivarianos. Entre el 11 y 14 de abril de 2002 Venezuela vivió un proceso inédito en su historia: su primer golpe de Estado entera y puramente mediático, fueron medios – y periodistas - los que planificaron la escena (remember Víctor Manuel García contando, como una travesura, que el video con el pronunciamiento del General González González se grabó en casa de Napoleón Bravo o al Jefe de la Armada de entonces diciendo a todo gañote que su mejor arma fueron los medios de comunicación),  fueron medios – y periodistas – los que desencadenaron el proceso (Pronunciamientos pregrabados, edición “Extra” de El Nacional llamando a Miraflores) y fueron medios –y periodistas- los que, a falta de armas para defender las posiciones alcanzadas, silenciaron (hasta donde y cuando pudieron) el clamor popular por la vuelta de Chávez. Así es, los medios de comunicación de masas demostraron su poder; pero tan inédita como la parada que se jugaron los medios, fue la hazaña del pueblo venezolano. En un clima de confusión y revoltura insostenible, el pueblo salió a rodear los cuarteles y guarniciones más importantes del país a pedir una sola cosa: que regresara Chávez; que regresara la Constitución por la que votó, que regresara el líder en el que se ve reflejado y nadie puede invisibilizar. Para el 14, el presidente, legítimamente electo, estaba de vuelta, y las putas de los medios (con permiso de Sant Roz), como fieras apaleadas recogían sus rabos y se enroscaban en su rincón oscuro. Por supuesto, sin reconocer haber cometido la mínima falta (“primero muertas que bañadas en sangre”) y sin perder un minuto en empezar a planear la próxima conspiración: El paro petrolero.
He aquí que el silencio mediático se extiende hasta hoy. La oposición, con el proceso de elección presidencial tan cerca, nueve años después de aquellos hechos, con Carmona en Colombia y parte de su madriguera “exilada” en Perú; en vez de sincerarse, fijar una posición clara de desmarque y sacarse ese plomo de ala, prefiere insistir en la tesis de que Chávez renunció (como si ese fuera el problema, además) montando un ridículo de proporciones dantescas con un audio, presentado por William Ojeda, de una rueda de prensa del presidente, realizada el 15 de abril de 2002, como si se tratara de una conversación con el general Lucas Rincón, el propio 11A. Lo televisaron, lo tuitearon, lo rebotaron al exterior vía CNN, y al final: La misma miasma. Una raya más para un tigre que todavía puede morder, pero que ya no asusta, porque hemos aprendido a no cuidarnos del tigre, tanto como del amo que sostiene su correa. De resto, payasadas más, payasadas menos, no hubo 11, ni 12 y mucho menos 13 de abril para los mass media nacionales. Afortunadamente, si lo hubo para el río humano que desbordó las calles de Caracas, desde Plaza Venezuela hasta Miraflores, incluso bajo la lluvia, para celebrar el Día de la Dignidad Nacional. A las putas (Con perdón, Sant Roz, otra vez) no les quedó más que volver a contar autobuses y buscar las carteritas de ron y el bollo de pan con el que Miguel Henrique Otero juró que les pagaban a los chavistas que iban a marchar a Caracas.
Pero, además, el 11 de abril es feriado en mi ciudad por razones históricas, ya que 194 abriles atrás, el general Manuel Piar, aseguraría el control de Guayana (y las ricas Misiones capuchinas del Caroní) para la causa patriota, con su victoria sobre las fuerzas del brigadier La Torre, en la Batalla de San Félix. No quiero centrarme en la fecha sino en su significación. Para entender su importancia se debe saber que la nuestra fue la más larga y sangrienta de las guerras de independencia de Suramérica. Para 1817 (año de la batalla) ya habían pasado 4 años del decreto de Guerra a Muerte (y faltaban aún 4 años para la batalla de Carabobo), y hacía casi 3 que Boves había muerto en batalla, no sin antes incendiar, diezmar y arrasar las zonas productivas de los llanos y el centro-occidente del país. Así que Guayana, con sus ricas y bien organizadas Misiones, resultaban para la fecha una de las pocas regiones del país intactas de la devastación de la guerra, con la ventaja adicional de su fácil comunicación con el Atlántico, vía Río Orinoco. Fue aquí, y no en otra parte, donde Bolívar apertrechó a su ejército para cruzar los Andes, por el Páramo de Pisba, y ganar en Pantano de Vargas y después en Boyacá. Fue aquí, y no en otra parte, donde Bolívar pudo dar forma al sueño de la mayor confederación de Repúblicas que la historia haya conocido. A estas tierras llegó un hombre cocido en las derrotas de los años 12 y 14, forjado en las vicisitudes del exilio pobre, después de la rica cuna. De estas tierras salió el más grande estadista que ha conocido América, y su vuelo llevaría a nuestro pueblo, de lanceros descalzos, de húsares y granaderos pardos, de mujeres que parían a un lado del camino y seguían adelante con la patria pegada al seno, a ganar la gloria, a costa de lo que fuera, en las más brutales alturas de los Andes Peruanos y Bolivianos. De allí la importancia de la fecha, he allí el contexto de nuestro “Feriado Municipal”.
Ahora bien, volviendo a Piar (para no hablar de la falta de imaginación y creatividad en nuestros actos oficiales), no se cual es el empeño en llamar al vencedor de Chirica Manuel Carlos Piar. En su partida de Bautismo, sellada en Curazao, no dice “Carlos”, por ninguna parte. En cartas a Bolívar, escritas después del fusilamiento del guerrero (esa es otra historia y amerita otras páginas), su madre y su compañera se refieren a él como Manuel María, pues según se entiende del acta de bautismo (equivalente a la partida de nacimiento para la época) ese era su nombre: Manuel María Francisco Piar, Hijo de Fernando Piar Lottyn y María Isabel Gómez. Lo de “Carlos”, surgió tras los rumores que corrieron, diciendo que era hijo ilegítimo de un príncipe portugués, concebido con una mantuana caraqueña, en su paso por Venezuela hacia Brasil. Los enemigos políticos de Piar hicieron rodar esta bola, antes y durante su juicio, para argumentar el otro rumor de que se reunía en secreto con portugueses y holandeses para entregarles Guayana y convertirse en una especie de virrey de la región. Pero en la propia defensa del teniente coronel Galindo (que consta en acta y puede leerse hoy), se desmienten estas especies.
La novelería, los complejos, la desmemoria inducida han colaborado con el rumor, pretendiendo alejar a Piar de su condición de excluido, por ser hijo de mulata y de isleño, por ser pardo, hombre de pueblo, obviando el problema de fondo que se evidenciaba en la división del liderazgo patriota. Y de estos rumores –tan escuálidos y fachas como los que hacen rodar hoy- nos hacemos eco, a veces sin saber y otras veces sabiendo, cuando llamamos al aeropuerto de Ciudad Guayana Manuel “Carlos” Piar; así como a la central hidroeléctrica de Tocoma, a una calle del centro, a la plaza con su busto, y así por el estilo. Al respecto, ya se han pronunciado el cronista de Ciudad Bolívar, Américo Fernández, el director del Museo Histórico de Guayana, Oswaldo de Sola, y el ex-cronista de Ciudad Guayana, Leopoldo Villalobos, sin que por ello las autoridades (Gobernador y Alcalde) hagan algo por cambiar este “pequeño” – pero significativo - error. No se trata de cambiarle el nombre a las cosas, de hecho bastaría con llamarlas Manuel Piar, a secas. Como Simón Bolívar se llama la Central de Guri, Simón Bolívar el Aeropuerto de Maiquetía y Simón Bolívar la Universidad de Sartenejas; no Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Blanco, como consta en Fe de bautismo.
Bolívar tomó una difícil decisión en octubre de 1817, desde entonces parte de nuestra identidad histórica (sobre todo en Guayana) está marcada por el sino de lo injusto, de lo doloroso, de lo incierto. Conciliar en la memoria la obra y el tamaño de estos dos grandes hombres (Bolívar y Piar), empieza por rescatar cuanto hay de verdadero en su legado y deshacernos de lo falso. Abril de 2002 evidenció la hendidura social y política de nuestro país, que ya asomaba su tamaño en febrero de 1989. Reducirla pasa por tender puentes de reconocimiento mutuo, y esos puentes empiezan por el respeto y la memoria. El silencio, el olvido pretendido, la omisión, sólo agravarán nuestras diferencias.