A Pamela, mi Chichi…
Cuando el hambre tiene forma de pregunta
y el deseo es un anciano en Kuala Lumpur preguntando por
pequeños
Cuando la rabia es un jardín con perro y mujer querida
y la vida eso que pasa mientras respiras,
toda canción es pasajera, todo cantante un saltimbanqui
y toda lucha es apenas “un rato no más” (“vos ya sabés”)…
Sin embargo amanece, y persiste el sol
en preguntar por los suspiros
Y se asoma a la vida un llanto inocente sin preguntas
e insisten en amarse dos veinteañeros
bajo el estruendo del bombardeo,
porque mal puede el mundo negar al mundo.
Déjate arañar los sentidos,
Pregunta, canta, desmiente (o miente)
y en todo caso di que no…
Pero no te niegues el desamparo
de un beso sin futuro, de un disparo sin diana,
de un verso tan libre
que no quepa en ninguna estrofa.
Cuando el mundo dice “compra, rueda, bebe,
calza, come, viste, tira…”
hurga en los abriles que te escondieron los despechos tras
la puerta,
pide una canción de Calle 13,
canta una “canción de redención”;
pero revienta; revienta la cuerda de las concesiones
y asume tu lugar
en este mundo que mal puede negar el mundo,
tu mundo,
con sus fiebres y sus alcoholes,
con sus trinos y sus bemoles
Porque siempre habrá una canción esperándote
como un espejo donde mirarte,
como una roca donde romperte,
como una boca donde abrigarte
como una historia que nos cuente
(y nos cuente bien)…