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domingo, 25 de noviembre de 2012

Cuando el mundo quiere dejar de ser mundo


A Pamela, mi Chichi…

Cuando el hambre tiene forma de pregunta
y el deseo es un anciano en Kuala Lumpur preguntando por pequeños
Cuando la rabia es un jardín con perro y mujer querida
y la vida eso que pasa mientras respiras,
toda canción es pasajera, todo cantante un saltimbanqui
y toda lucha es apenas “un rato no más” (“vos ya sabés”)…

Sin embargo amanece, y persiste el sol
en preguntar por los suspiros
Y se asoma a la vida un llanto inocente sin preguntas
e insisten en amarse dos veinteañeros
bajo el estruendo del bombardeo,
porque mal puede el mundo negar al mundo.

Déjate arañar los sentidos,
Pregunta, canta, desmiente (o miente)
y en todo caso di que no…
Pero no te niegues el desamparo
de un beso sin futuro, de un disparo sin diana,
de un verso tan libre
que no quepa en ninguna estrofa.

Cuando el mundo dice “compra, rueda, bebe,
calza, come, viste, tira…”
hurga en los abriles que te escondieron los despechos tras la puerta,
pide una canción de Calle 13,
canta una “canción de redención”;
pero revienta; revienta la cuerda de las concesiones
y asume tu lugar
en este mundo que mal puede negar el mundo,
tu mundo,
con sus fiebres y sus alcoholes,
con sus trinos y sus bemoles
Porque siempre habrá una canción esperándote
como un espejo donde mirarte,
como una roca donde romperte,
como una boca donde abrigarte
como una historia que nos cuente
(y nos cuente bien)…


3 comentarios:

  1. Ay, amigo. Usted escribe y llega, llega y se instala y después de instalado, permanece, como sólo los grandes poetas saben hacerlo.
    Este poema se lo voy a enseñar a mi hija, mejor dicho, se lo dedicaré.
    Un abrazo a toda tu familia, y por cierto... Pamela (nombre hermoso) se parece mucho a ti.

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  2. Gracias, Mariana! Me encanta que lo compartas con tu hija, es un excelente destino para cualquier poema. Sí, por alguna extraña razón es preciosa, aún pareciéndose a mí. Jejeje! Abrazo para ti y los tuyos también.

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  3. Como siempre haces sonar el río estruendoso y fuerte que nos invade cada fibra. ¿Y qué más se le puede pedir al mundo que enmarcas señalando las alegrías y luchas que nos unen?. Y sí, la cuerda se revienta ante las canciones que acunan nuestra vulnerabilidad ante los amores que alumbran… como buenos cocuyos! Guardado este poema para siempre!

    Indi Gamboa

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