LASCIVO
Crepito
en el balsámico fuego de las blasfemias in memoriam del amor. No se puede
llevar flores al cementerio de los besos; menos ahora, cuando tus ojos vieron
crecer crisantemos en el desierto. Una caricia en mosaico, una explanada al
deseo, una fortaleza de himen que espera el asalto, tú. Un adulterio temprano,
una ebriedad de hospitales, un alma sana, un cuerpo enfermo, un bárbaro sin
caballos, sin espadas, mendigando el favor de Atila, yo... Más tarde algún
misionero vendrá a pedir mi alma, Belcebú me la habrá robado, tú maldecirás,
entonces aprenderé a besarte. Transpiraré miseria cuando en tus huestes deje mi
cimiente. Qué pronto naciste, qué tarde has crecido.
Diciembre de 1994
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